Desde la CGT luchamos cada día por construir un mundo donde las relaciones de trabajo no estén sometidas a las leyes del mercado, en el que la autogestión y la organización social del trabajo sustituyan a los abusos del Capitalismo. En este sentido, deseamos que las relaciones de todo tipo entre las personas no se vean reducidas a un mero intercambio comercial y, por tanto, que el trabajo sexual entre otros no tuviera que existir. En definitiva, creemos en una sociedad libre, donde el trabajo y la sexualidad -como otros aspectos de la vida- también sean libres; una sociedad en la que toda forma de esclavitud y explotación quede abolida, también la explotación sexual.

Somos conscientes, como el conjunto del movimiento feminista y la mayor parte de nuestra sociedad, de la importancia de erradicar la trata de personas, de perseguir el tráfico de personas y las mafias que lo organizan y de acabar con la violencia sexual contra las mujeres. Por ello, sumamos nuestras fuerzas a todas las acciones sociales que se producen para alcanzar estos objetivos.

Como sindicalistas y anarcofeministas, también consideramos que esta lucha no podemos llevarla a cabo a costa de obviar los derechos de las personas que realizan un trabajo sexual. Entendiendo que sin derechos laborales no puede haber justicia social y que, a la vez, es imposible conseguirlos sin la capacidad de organizarnos sindicalmente. Permitir que los empresarios del sector se asocien e impongan una explotación extrema y a la vez impedir que los y las trabajadoras del sexo se organicen para defender sus derechos laborales, no puede sino aumentar la exclusión y la marginación social de quienes sufren esta explotación.

Las propuestas de la CGT, aprobadas en los Acuerdos del Congreso Confederal de Málaga, para acabar con la explotación sexual, la trata de personas y las mafias, parten de la necesidad de autoorganización y sindicación de las personas trabajadoras del sexo:

  • “Exigir como organización que se persiga el tráfico sexual de personas.
  • Rechazar la explotación sexual, especialmente la de las mujeres inmigrantes, que constituyen uno de los colectivos más vulnerables.
  • Reconocer la sentencia dictada en 2001 por el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, donde se afirma que la prostitución es una actividad económica legítima. Es decir, que el trabajo sexual es una actividad laboral y requiere el reconocimiento de los mismos derechos que otros trabajos. Con acceso a los servicios cubiertos por el sistema de protección social general y a la sanidad pública.
  • Impulsar la autoorganización de las personas trabajadoras para representarse a sí mismas y ser incluidas en las discusiones acerca de las políticas, leyes, ordenanzas, etc. que les afecten a ellas y a sus condiciones de vida.
  • Rechazar las medidas paternalistas exigiendo que se escuche a las trabajadoras como parte implicada en la regulación legal de la propia actividad.
  • Reconocer el derecho a sindicación de los y las trabajadoras del sexo.”

En coherencia con nuestros principios, practicamos el apoyo mutuo con quienes sufren cualquier explotación, ya que como afirmara Emma Golman: “Debemos estar por encima de la estúpida noción soy mejor que tú […] Semejante actitud por nuestra parte, al desterrar para siempre toda postura hipócrita, establecerá una más amplia comprensión, haciéndonos espiritualmente aptos para otorgarle un trato más humanitario, fraternal, a las prostitutas.”

Secretaría de Acción Feminista. CGT SOV del sur de Madrid

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